La crianza de nuestros hijos e hijas es una de las tareas más importantes y desafiantes que enfrentamos como madres y padres. Queremos lo mejor para ellos, y en ese deseo a menudo caemos en la trampa de la sobreprotección. Si bien el amor y la preocupación son fundamentales, la sobreprotección puede tener consecuencias negativas en el desarrollo de nuestros hijos e hijas, incluyendo una baja tolerancia a la frustración, al aburrimiento y una disminución en su resiliencia. Estos efectos han llevado a la generación actual de jóvenes a ser etiquetada como la “Generación de Cristal“.

Veamos en detalle cómo afecta la sobreprotección en el desarrollo de nuestros hijos e hijas.

Baja tolerancia a la frustración

La sobreprotección constante impide que los niños, niñas y adolescentes experimenten situaciones desafiantes que les permitan desarrollar la habilidad de lidiar con la frustración. Cuando los padres y las madres resuelven todos los problemas de sus hijos o evitan que se enfrenten a situaciones complicadas, los jóvenes no aprenden a enfrentar el fracaso de manera adecuada. Como resultado, pueden volverse más propensos a la ansiedad y la falta de habilidades para enfrentar dificultades. Esto provoca más rabietas cuando son pequeños, respuestas más agresivas cuando se hacen mayores y, junto con la falta de educación emocional, un descontrol total de lo que sienten en algunas situaciones.

Baja tolerancia al aburrimiento

La estimulación constante a través de dispositivos electrónicos y la sobreprogramación de actividades extracurriculares a menudo evita que los niños tengan tiempo para el aburrimiento. El aburrimiento, gestionado correctamente, puede ser un motor para la creatividad y la autorreflexión. Cuando los niños no tienen oportunidades para sentirse aburridos, pueden tener dificultades para desarrollar la capacidad de entretenerse consigo mismos o de descubrir sus propios intereses y pasatiempos. En este punto, no nos puede extrañar que cuando tengan que tomar decisiones, como su futura profesión, no sepan qué escoger; al fin y al cabo, hasta ese momento no les hemos dado tiempo para reflexionar ni para autoconocerse.

Disminución de la resiliencia

La resiliencia es la capacidad de superar adversidades y aprender de ellas. La sobreprotección constante impide que los niños y adolescentes enfrenten desafíos reales, lo que a su vez les impide desarrollar la resiliencia necesaria para enfrentar situaciones difíciles en la vida. Cuando se encuentren con obstáculos en el futuro, podrían carecer de las habilidades para manejarlos de manera efectiva. Esto va más allá de la resolución de problemas, pues hablamos de la capacidad de sobreponerse a aquellos momentos más complicados como podrían ser una ruptura, un despido o una pérdida.

Entonces, ¿por qué se les llama generación de cristal?

El término “Generación de Cristal” se utiliza para describir a los jóvenes que han crecido en un entorno de sobreprotección y han desarrollado una mayor sensibilidad a los contratiempos. Se les compara con el cristal, ya que se considera que son más frágiles y propensos a romperse en situaciones desafiantes. Es importante señalar que este término puede ser simplista y generalizador, ya que no todos los jóvenes de hoy en día caen en esta categoría.

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Queremos que nuestros hijos e hijas sean capaces de pedir ayuda, ¿por qué nos cuesta tanto a nosotros?

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